¿Frente a qué cuadro y qué / música de fondo, con qué / libro entreabierto / en la mesilla, / después de qué película, / bajo qué cenizas del amor?, / cuando vayas -como irás- / hacia la muerte. \ ¿Qué última palabra, y qué recuerdo / abrasando tus pupilas, / doliéndote en la lengua qué / gesto, asombro o pena, / en qué estación, bajo qué luz? / cuando vayas -como irás- / hacia la muerte. \ ¿Qué ojos mirándote y qué manos / para darte un consuelo que no llega, / qué dureza de sábana lavada y qué / calor de cuerpo aún desnudo, / qué espejo para el postrer despido?, / cuando vayas -como irás- / hacia la muerte. \ ¿Qué lluvia, con qué beso y qué / remordimiento aún encendido, / qué soledad, qué compañía o verso, / al pie de qué animal, qué armas, / en mármol, bajo qué tierra sin nombre, / qué fecha podrá allí acompañarte / y qué importancia absurda? / cuando vayas -como irás- / y ya no vuelvas.
De repente, era otra la mañana. / Sábado como si lunes. / La luz no era la misma, / ni a sesenta minutos de existencia / podía llamar hora, sino prisa, / una prisa irrevocable, dura urgencia / por cobrar el cheque en blanco de la vida. \ Tan sólo por hacer un gesto irónico / anécdota que fuera recordada, / miré la agenda y sonreí: proyectos. / Luego el listín de direcciones: cartas / ya no escritas, llamadas, sí, pendientes. \ Decidí esperar y resignarme viendo, / en la pantalla azul de ordenador, / países, nombres extraños sin quererlo, / hombres que nunca había amado. \ Pensé ser feliz como si nada; / o hacerme el amargado; / o fingir, falsa, la entereza, / callar y contener; sí, escuchar / algún mensaje; o darme a las pasiones / bajas; hacerme un ermitaño… \ Nada hice , sin embargo. A mí me dije: / “Pasearé mirando aquella verja / por vez última preguntándo / me sin ganas lo que ya nunca sabré: / si mañana será un día de lluvia. / Saludaré, sin que ellos lo adivinen, / por postrera vez a los que pasan. / -Al cabo, ¡a quién le importa!-. \ Alcanzaré el espejo / cuando la hora haya llegado, / y aún seré el mismo a este lado, \ ojeroso y despeinado / el anticipo de un cadáver. \ Crispará el corte mi rostro, / agarraré mi pecho hiriéndolo con uñas, / la carne vuelta al cielo ya, / blanda como el caos. / Lentamente me escurriré / de mí mismo y del espejo, / y cuando al fin huya por su marco / nada habrá pasado / sino que no seré yo mismo, / muerto, seré ya otra persona.
“Los Héroes Fatales”, Jaime Alejandre, Ediciones Libros de Letras, Madrid, 1998. Licencia Creative Commons de Reconocimiento No comercial Sin Obra Derivada 2.5 España 2006. Disponible en formato para imprimir en los siguientes sitios: Archive.org · MLRS
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